martes, 30 de agosto de 2011

Es increíble lo que pueden generar un par de acordes juntos.
Considero que hay muchos milagros en el mundo que me rodea, en la vida del resto, y éste se da particularmente en la mía. La inexplicable sensación de sentir, al mismo tiempo, completud total y vacío angustioso cuando una canción -milagrosa ella- se estrella en el cuerpo, más precisamente en el centro mismo de él, y aún mejor descripto, llega al alma.
Juro desearle a todo terrícola el conocimiento de esta emoción.
Probablemente lo más gráfico y visible sea una lágrima rodando por una mejilla, una risa estruendosa que surge intrépida, un llanto desconsolado, o una efímera mueca sonriente en la boca. Si sos especialmente observador a mí me podrás notar la piel de pollo.
(30/8/11 - 10:23hs)

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